Cuando nací, mi madre puso en mi cuna un juego de sábanas de bichitos de luz. Por lo visto la sábanas me encataban hasta tal punto que, cuando llegó el momento de abandonar la cuna y dormir en una cama, llevaba la sabánita conmigo y dormía con ella.
A esa edad aun usaba chupete, y mi abuela creía que ya había llegado el momento de ser capaz de dormir sin él. Lo intentaba cada noche pero me era imposible y mi abuela preocupada, me llevó al médico. El doctor me dijo que si seguía usando chupete se me iban a poner los dientes muy feos y que así no encontraría un novio nunca. Yo le dije al médico que no quería novios, super convencida de mis palabras.Pero lo cierto es que esá fue la primera noche que dormí sin chupete y sin la sabána de bichitos de luz. Según le dije a mi abuela, no lo hice por el miedo a no tener novio nunca, sino más bien por el miedo a tener los dientes feos.
Aunque el chupete lo dejé de forma rádical, lo de la sabanita me costaba un poco más, y me acompañó en muchas siestas.
Esta sábana consiguó convertir al bicho de luz en el primer insecto, apurando, animal que me atreví a tocar e incluso dejar que recorriera mis manos, como ya lo hacía la sábana.
Después de 7 años durmiendo con ella, la sábana se hizo trizas, pero aun conservo la pequeña funda de almohada.
3 comentarios:
Me encantan esas pequeñas cosas que llevamos adelante de cuando eramos peques.... son esas cosas que nos hacen especiales.... Te sigo chica! :P
:)
jes.. y seguro que encontraste un novio que estaba de reCHUPETE..
Mordiscos
qué bonito... al final esas cosas son las que cuentan :)
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