Como ya sabeís empecé a bordar en punto de cruz con la tierna edad de 6 años, mi abuela me enseñó a enhebrar una aguja y a bordar con ella sobre una tela lo que ahora llamos píxeles. Mi afición por el punto de cruz aumentaba tanto como la dificultad de los proyectos que abordaba. Nunca lo he considerado como un medio para representar mis inquierudes artísticas sino más bien un método de relajación bastante kitsch. Siendo plenamente consciente de lo hortera y lo mal visto que está una casa llena de cuadros de punto de cruz con caballos galopando por playas al atardecer, señoritas ante un tocador, un abecedario con mil motivos, un bosque con hadas, o cualquier personaje de dibujos animados, decidí hacerlos casi en secreto y al acabarlos esconderlos en lo más profundo de un baúl. Cansada de tener que ocultar todo el trabajo realizado durante meses, por que yo misma me avergonzaba de ello, empecé a pensar en darle una nueva dimensión a mi trabajo que me permitiera lucirlo con orgullo. Así surgió la idea de hacer esta colección de broches con pequeños motivos diseñados por mí misma y bordados con hilos de algodón.
miércoles, 23 de abril de 2008
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